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01 febrero 2010

¿Y por qué no?

Ahora que aún me quedan unos minutos antes de salir de trabajar, voy a dejar que mi mente grite por aquí lo que quiera decir. Por una vez no tengo un tema concreto sobre el que opinar. Hay veces que no tengo tema, pero siento la necesidad de ponerme a escribir a expensas de lo que pueda salir. Quizá no siempre consiga algo decente o que pueda publicarse pero es indiscutible que cuando uno deja la mente en blanco y se limita a pasear los dedos por encima del teclado, salen cosas que nadie espera.
Este post va de eso, de la necesidad vital de poder gritar a los cuatro vientos que estoy jodido. Que cada día que pasa estoy más jodido y que ya no sé si podría culpar a la crisis de los trenta de ese sentimiento o qué coño me pasa. Ahora mismo estoy pasando por uno de los peores momentos de mi vida; incertidumbre laboral, incertidumbre amorosa, incertidumbre en la salud... Todo está lleno de ese fino velo que crea la incertidumbre. Y, sin lugar a dudas, los pasos para seguir adelante se vuelven cada vez más pesados y lentos, y eso hace que uno relentice su paso y arrastre consigo mismo lo que no debería.
Nunca he sido una persona que aceptara, a pies juntillas, lo que la sociedad me decía o lo que los de mi alrededor me decían que era politicamente correcto. Nunca he seguido las modas, ni las corrientes; es algo que no va conmigo. No me considero un renegado social ni nada por el estilo, pero no me gusta encasillarme. Aún recuerdo la época de mi juventud en la que me dió por salir de casa sin nada que me pudiera atar; de esta maenra salía sin cinturones, sin corones en las zapatillas, las camisas siempre abiertas...
Ahora mismo la situación es completamente al contrario. Estoy obligandome a hacer algo que no quiero hacer, sólo porque alguien me lo ha pedido. La última vez que hice eso, me quedé sin pareja, con un piso que no pude mantener, sin trabajo y sin amigos. Muchos dirán y/o pensarán que huir ahora sería de cobardes, que el que no arriesga, no gana y que no todo el mundo es igual. Y tienen razón. Pero de experiencias pasadas se curte la piel de un hombre, y cuando una herida sangra y sigue sangrando, no permitirás que te abran otra de la misma manera.
No sé el tiempo que me queda para terminar esta agonía, no sé cuanto dolor habré de soportar. Aunque, no me preocupa. La experiencia es algo que te sirve para poder combatir mejor las hostias que te da la vida, algo que nos sirve como yelmo, espada, casco y armadura para luchar contra lo que se avecine. Espero, simplemente, que esta vez no vuelva a sumar otra equivocación...

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