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28 julio 2009

Marionetas

Colesterol, gripe A, gripe aviar, síndrome de las vacas locas. Desde hace varios años vivimos bajo la manipulación de los medios de comunicación a las masas. Un pequeño caos y generamos beneficios al empresario de turno que ve como empezaba a menguar su porcentaje de ganancias. Estoy harto de ver como la gente se preocupa de cosas que hace diez años ni sabíamos que existían. Tengo a mi socio completamente obsesionado con el tema del colesterol: “esto no que tiene colesterol, aquello tampoco que tiene colesterol”. No lo entiendo, sólo tiene 27 años.

Él dice que es porque siempre ha comido mucha comida basura. Yo llevo emancipado (aunque sea en capítulos) desde los 18 años, tengo 28 y soy tío. Vale, eso no implica que tenga que ser un desastre y descuide mi salud, pero me he llegado a mantener durante tres días a base de snacks fritos y refrescos o semanas enteras a base de precocinados congelados, pizzas a domicilio, comida china y hamburguesas. No estoy orgulloso de ello, pero a mí el colesterol no me ha preocupado nunca y, según el último chequeo médico que me hice, tengo el colesterol bajo.
Cuando hubo la gripe aviar, no dudé en comer pollo, cuanto más, mejor. Con las vacas locas, me puse ciego a hamburguesas de ternera. ¿Alguien se ha preguntado realmente qué comemos? Seguro que no, porque entonces el 99.99% de la población dejaría de comer. Carne hormonada, verduras modificadas genéticamente, conservantes, colorantes, aditivos, potenciador del sabor. El día que esta gente pruebe un tomate o una lechuga de una huerta casera como la que tienen mis padres, tendrán un orgasmo gastronómico. Y quien dice eso, dice un pollo de corral criado como dios manda o un cerdo criado a base de bellotas.

Pero el borreguismo social no se limita al sector alimenticio. Queremos mejores coches, mejor ropa, mejores bancos, el ordenador más potente, las últimas zapatillas deportivas o el libro más vendido de moda. Nos tragamos con embudo y a presión toda la mierda que nos lanzan desde los medios. Prueba de ello, las cadenas de email. Fruto del pánico que se nos intenta imponer para manejarnos como marionetas y hacer que sigamos formando parte de ese engranaje basado en el consumismo indiscriminado, llegan a mi buzón como muestras de la hipocresía y la ignorancia social. Que un niño está enfermo y necesita dinero para una operación, no importa, mandamos este correo a cientos de miles de personas y les decimos que AOL o Microsoft les da un centavo por cada email reenviado y listo. Aunque, ahora que lo pienso, ¿alguien sabe como rastrean dicho correo? ¿Nadie se ha dado cuenta que el email original NUNCA llega a pasar al usuario numero 50 tal y como se había escrito? El último que leí desde mi buzón clamaba por gente donante de sangre del tipo AB, rara donde las haya, para salvar la vida de un niño enfermo de leucemia. Valientes hijos de puta. Si al menos buscaran donantes de médula, que es lo que suele hacer falta, aún. Luego nos quejamos del spam, los virus o los cuelgues del navegador. Imbécil. Ahora vas y lo reenvías. Y sí, este caso me lo tomo como algo personal, pues un primo mío murió precisamente de leucemia a los 14 añitos.

Hagamos saltar la alarma, ese es el secreto. Ahora estaba de moda denunciar a autores de blogs por los comentarios que hacían sus lectores. Panda de sinvergüenzas. ¿No será que os jode que empiece a haber un movimiento dentro de la sociedad internauta que hace que pensemos por nosotros mismos? Claro, ya lo decía aquel, “un pueblo ignorante es más fácil de manipular”. Desde los 16 años llevo luchando por la libertad de expresión y contra la censura, de cualquier tipo. Y sí, voto cada vez que hay elecciones, ejerzo mis derechos como ciudadano. ¿De qué sirve? En apariencia de nada, pero me da derecho a quejarme de lo que me dé la gana, porque al menos hago algo por cambiar las cosas. Pero tú, que no vas a votar porque te da perrería, aunque seas el primero a poner a cualquier gobierno a caer de un burro (bonita redundancia, gobiernos y burros) y luego te apuntes a ver las manifestaciones del pueblo desde tu cómodo sofá de casa, criticando lo que hacemos mientras vociferamos eslóganes y llevamos pancartas.
Ahora saltamos en seguida a la palestra y a la fama, gracias a esos productos de famoseo instantáneo como Operación Triunfo o Menéame, porque nos atrevemos a decir, claramente y en público, que nos cagamos en la madre que parió a los políticos, las corporaciones y las multinacionales. Sí, me encanta Risto Mejide, aunque para mi sea un vendido por aceptar aparecer en esa basura de programa. Lo prefiero en su sección regular en un periódico gratuito.
Simpático bufón de los mandamases, que desde tu alcoba lloras por tu falta de libertad y ni miras si la puerta está cerrada con llave. Alimentas tu alma con televisión basura y tu estómago con comida basura. Somos lo que comemos, y en tu caso, no eres más que basura. Desprecinta tu cerebro y úsalo. No duele, te lo aseguro. Y moverte tampoco duele.

El cambio está en nosotros, dentro de cada uno. Si seguimos conformándonos con lo que tenemos, jamás avanzaremos a algo mejor. Únete a nosotros. Ya lo dice Macaco: “Sabemos que el camino es largo, por eso nuestro paso es corto, constante, pa’lante. Por la ley del uno, yo a ti me uno. Ahora somos uno, somos uno. Escucha”

Y no te dejes tomar más el pelo, que la alopecia vendrá por si sola.

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